Sois a mi pensamiento cual pan para vivir,
o como el dulce tiempo de lluvias a la tierra,
y yo por vuestra paz, sostengo tal batalla,
como la que se entabla entre avaro y tesoro.
Ora altiva cual dueña y ora súbitamente,
temerosa que el tiempo le robe su riqueza.
O estimo que no hay nada, mejor, que estar con vos,
y prefiero que el mundo contemple mi placer.
A veces jubilosa, ante vuestra presencia,
y más tarde famélica de una mirada tuya,
no queriendo tener, ni buscar más placer,
que el que de ti no venga o el que de ti no tome.
Así, día tras día, me sacio y languidezco,
devorándolo todo o de todo privada.
(Soneto 75, Williams Shaquespeare)
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